El primer día de feria de aquel año en Granja de Rocamora pasó a la historia. En cuanto escuchó los primeros compases musicales que anunciaban la apertura de la feria, la pequeña Inés Temperina acudió con sus ahorros al puesto del algodón de azúcar. - ¡Quiero uno extrasupermegahiperultragrande! - dijo la niña al feriante. - ¿Extrasupermegahiperultragrande? - balbuceó el vendedor de algodón de azúcar – Mira que nunca he preparado uno de ese tamaño… - Pues yo quiero uno extrasupermegahiperultragrande, llevo ahorrando todo el año… - contestó convencida Inés Temperina. Y el vendedor de algodón dulce encendió la máquina y se puso a la faena, enrollando y enrollando filamentos de azúcar en torno a un palito de madera… Y tanto tanto enrolló que, de repente, la bola extrasupermegahiperultragrande de algodón de azúcar se convirtió en una enorme nube que, levantándose, voló hasta tapar la luz del sol. Los vecinos de Granja de Rocamora, acostumbrados como estaban a que lloviera siempre
En un reino muy muy lejano existían dos pueblos vecinos que estaban en guerra desde hacía muchísimos años. Tanto tiempo hacía que los dos pueblos estaban enfrentados que, ni siquiera los más viejos del lugar, recordaban el motivo por el que se habían declarado la guerra, ni cuándo había comenzado el enfrentamiento. Eso sí, una cosa tenían bien clara todos los habitantes de ambos pueblos: Había que odiar con todas las fuerzas a los vecinos del pueblo de al lado. Sin excepción. El caso es que. como la guerra duraba ya tantos tantos años, la munición comenzaba a escasear y un día se dieron cuenta de que ya no quedaban balas, ni metralletas ni tanques. Así que, los del pueblo de abajo requisaron todos los instrumentos musicales hechos de metal con la intención de construir con ellos un enorme tanque que destruyera, de una vez por todas, a sus vecinos del pueblo de arriba. Cuando el tanque más grande nunca visto estuvo terminado, lo colocaron en el centro de la plaza y apuntaron con él h