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Mostrando entradas de junio, 2022

EL MAESTRO PUNTINO Y LA "BACA"

  Cuando el maestro Puntino leyó el examen de Pierino Bicicletta sufrió un ataque de rabia de sección especial con doble ración de humo de orejas. Pierino Bicicletta había respondido, sin pensar demasiado, con "baca" a una definición que decía: "Mamífero rumiante bóvido de cuerpo robusto, cabeza gruesa provista de dos cuernos curvos y puntiagudos; de ella se aprovecha la leche, la carne y la piel". "Baca" con una enorme "b" que hacía daño a la vista con sólo mirarla. El maestro Puntino ya se disponía a tachar con su implacable bolígrafo rojo la respuesta de Pierino y a puntuar su examen con un severo insuficiente en ortografía cuando, cosa extraña en él, se paró unos segundos a reflexionar sobre lo que el niño podría haber querido decir con aquella "baca" y decidió que también para él, que había dejado de ser niño mucho tiempo atrás, había llegado el momento de volver a utilizar la imaginación. Así que el maestro Puntino pensó que sería

EL NIÑO CORREDOR

  Un día conocí al niño más rápido del mundo. En realidad no estoy seguro de que ese niño, justo ese niño, fuese el más rápido del mundo, pero sí que sé que era capaz de correr bastante rápido. Cuando el niño más rápido del mundo corría era feliz. Tan feliz, tan feliz que cuando el aire rebotaba en su cara a toda velocidad, su rostro en vez de manifestar dolor o concentración como el de los otros niños, mostraba una hermosa sonrisa de dientes desiguales. Una vez le pregunté si soñaba con ser campeón olímpico y él muy serio me contestó que no, que él sólo quería correr. Correr, correr... Y corriendo corriendo tras sus sueños, dejar atrás los problemas y poder ser finalmente feliz. Porque, aunque el niño más rápido del mundo sonreía mucho, en el fondo, muy en el fondo se podía percibir un profundo dolor. Cuando hablabas con él, sus comentarios muchas veces no tenían nada que ver con lo que le habías preguntado y era muy habitual que, sin mediar una explicación, saliese corriendo buscando

LA ESTRELLA DE HUGO

  La otra noche se acercó hasta mi ventana una estrella y, cuando estuvo segura de que nadie nos escuchaba, me contó un secreto. Los secretos, ya se sabe, casi siempre se cuentan con la secreta intención de que sean de nuevo contados, una y otra vez. Así que, ahora que no me oye la estrella, os voy a contar su secreto... "Érase una vez  un pequeño gran soñador llamado Hugo.  Hugo, además de ser aficionado a los trenes de juguete y un famoso coleccionista de caracoles, había ideado un método infalible para descubrir uno de los secretos más profundos del cosmos.  Desde hacía varias noches, poniéndose de puntillas sobre su cuna, se asomaba a la ventana de su cuarto y colocando cuidadosamente sus pequeñas manos a modo de catalejo sobre el ojo derecho era capaz de localizar a su abuela Carmen en mitad del cielo. Con una precisión absoluta y sin margen de error. "La tercera estrella a la izquierda de la luna, empezando a contar desde la nube con forma de algodón de azúcar. ¡Esa est