En un reino muy muy lejano, un día los gusanos se pusieron en huelga. El SINGULAR (Sindicato de Gusanos Libres y en Armonía) decidió con carácter de urgencia que ésa era la única alternativa posible, dada la gravedad de la situación. ¿El motivo? Muy sencillo y justo: Los gusanos unánimemente estaban cansados de que su nombre fuese utilizado a diario como sinónimo de insulto. Eran demasiado habituales expresiones humillantes como "eres un asqueroso gusano" o esa otra que decía "te comportas como un gusano repugnante". El rey, al inicio, se tomó a broma la huelga de los gusanos, pero cuando comprobó horrorizado que la riqueza de las tierras de cultivo comenzaba a descender peligrosamente y que las cosechas del reino cada día eran más escasas, promulgó una ley en la que se prohibía la utilización de la palabra "gusano" con sentido despectivo. Y con su corona en la cabeza se inclinó ante los gusanos pidiendo humildemente perdón. Faltaría más... Era una revol