Una vez que la gallina Cuca se había librado para siempre de los barrotes del gallinero y comenzaba a descubrir el mundo, llegó, casi sin darse ni cuenta, al lejano lejanísimo País de los Cangrejos. Allí, con gran sorpresa, descubrió que todos los habitantes de este curioso país andaban hacia atrás y caminaban sin ver hacia dónde se dirigían, así que en muchas ocasiones se chocaban y tenían un montón de accidentes. Pese a todo, y ante su sorpresa, los cangrejos continuaban caminando hacia atrás. Así que, la gallina Cuca intentó convencerles de que sería mucho mejor que caminasen hacia adelante, mirando bien donde ponían las patas para evitar golpes y colisiones. Uno de los cangrejos, muy serio, le dijo a la gallina Cuca: - Si aquí siempre se ha caminado hacia atrás por algo será... - Mi padre y mi madre siempre han caminado hacia atrás. Y antes de ellos también caminaron hacia atrás mis abuelos y bisabuelos... - respondió enfadada una cangreja que venía de la playa. - No se...
Por todos es conocido que las gallinas no brillan por su valentía. Por eso, cuando en la granja se dieron cuenta de que faltaba la gallina Cuca, pensaron que seguramente se habría distraido durante el paseo de la tarde y que no tardaría mucho tiempo en aparecer. Sin embargo, la gallina Cuca no se había perdido. Estaba cansada de vivir siempre encerrada en el gallinero y, aunque a sus compañeras les bastaba tener el buche lleno para ser felices, ella no se conformaba con vivir toda la vida prisionera entre rejas. Así que, aprovechando el rato que las dejaban sueltas por la tarde, cogió su mochila y decidió marcharse a conocer el mundo. Y caminando caminando, llegó al lejano lejanísimo Reino de los Martillos. Reino conocido por arreglar todos los problemas a martillazos y cuyo pasatiempo favorito era golpear todo lo que encontraban en su camino. Incluso organizaban competiciones de velocidad para demostrar quién tardaba menos tiempo en clavar un clavo en una madera, y cuando ...