El primer día de feria de aquel año en Granja de Rocamora pasó a la historia.
En cuanto escuchó los primeros compases musicales que anunciaban la apertura de la feria, la pequeña Inés Temperina acudió con sus ahorros al puesto del algodón de azúcar.
- ¡Quiero uno extrasupermegahiperultragrande! - dijo la niña al feriante.
- ¿Extrasupermegahiperultragrande? - balbuceó el vendedor de algodón de azúcar – Mira que nunca he preparado uno de ese tamaño…
- Pues yo quiero uno extrasupermegahiperultragrande, llevo ahorrando todo el año… - contestó convencida Inés Temperina.
Y el vendedor de algodón dulce encendió la máquina y se puso a la faena, enrollando y enrollando filamentos de azúcar en torno a un palito de madera… Y tanto tanto enrolló que, de repente, la bola extrasupermegahiperultragrande de algodón de azúcar se convirtió en una enorme nube que, levantándose, voló hasta tapar la luz del sol.
Los vecinos de Granja de Rocamora, acostumbrados como estaban a que lloviera siempre por esas fechas, pensaron que era la típica tormenta que venía a fastidiarles las fiestas. Sin embargo, cuando del cielo empezaron a caer chocolatinas, caramelos, chicles, gominolas y dulces de todos los sabores y colores, la resignación se transformó en un gran estruendo de alegría y todos los niños del pueblo corrieron como locos para coger el mayor número posible de chucherías.
La lluvia de golosinas se acabó cuando unas peladillas golpearon en la cabeza a un policía que, con sus improperios lanzados al cielo, asustó a la dulce nube, pero fue suficiente para que todos los niños se saciaran y llenaran sus bolsillos. Incluso hubo quien compartió con los vecinos que estaban de viaje o en el baño durante la tormenta.
Todavía hoy, muchos años después, la lluvia de golosinas de Granja de Rocamora es recordada por todos los que estuvieron presentes.
E Inés Temperina, como todos los años, sigue comprándose en la feria un algodón de azúcar extrasupermegahiperultragrande.
(Binomio fantástico máquiza-nube)
Marcelo Morante
15/III/2024
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