El otro día vi cómo un niño lloraba desconsoladamente durante el patio. ¿El motivo? Algo muy serio: Uno de sus mejores amigos lo había elegido en último lugar para formar los equipos del partidillo del recreo. Pero antes de que el tiempo del patio llegara a su fin ya habían hecho las paces. Un par de abrazos y un "lo siento" y todo estaba arreglado. Arreglado y olvidado. El otro día vi también cómo una niña se enfadaba enormemente con sus amigas. ¿La causa? Un hecho tremendamente grave: Las zapatillas de la niña habían producido, sin querer, un ruido muy sospechoso cuando habían rozado el suelo y toda la clase, incluidas sus mejores amigas, se habían burlado de ella. Antes de que sonara la sirena que indicaba la finalización de la jornada escolar ya se habían disculpado y habían hecho las paces con un ceremonioso "te ajunto otra vez" y un emotivo "no volverá a pasar". Todo arreglado. Es más, arreglado y olvidado. Sin embargo, conozco a adultos que han ...