Érase una vez un niño que, entretenido con su guitarra de
juguete, soñaba con ser músico de mayor. Con su instrumento, pensaba, proporcionaría
alegría a los demás.
Érase otra vez una niña que, jugando con su pizarra y sus
muñecos, soñaba con convertirse en maestra. Una maestra paciente y cariñosa con
sus alumnos, como deben de ser las maestras. Y los maestros.
Érase otra vez otro niño que, entretenido con su cocinita y
sus ollas de juguete, soñaba con llegar a ser un gran cocinero cuando fuera
mayor. Un cocinero de esos famosos que salían en la tele y poseían estrellas
Michelin o quizás un cocinero especialista en spaghetti alla salsa bolognese de
lata. Todavía no lo tenía decidido.
Érase otra vez otra niña que cuando leía sus libros soñaba
con convertirse de mayor en una gran exploradora o una maga poderosa o una bailarina
de gran talento, dependiendo del libro y del humor del día.
Érase otra vez otro niño que jugaba ensimismado con pistolas
de juguete. Y no soñaba con ser músico, ni maestro, ni cocinero, ni
explorador, ni mago. Ni por supuesto bailarín.
Marcelo Morante
3/VIII/2020
El poder de las letras y de la mente para soñar😍
ResponderEliminarPor supuesto 😀... Y que nos quiten lo bailao. Gracias por leer mis cuentos 😘😘😘
ResponderEliminarMuy bueno😍😍👏
ResponderEliminarMuchísimas gracias 😘😘😘... Un abrazo enorme.
Eliminar