Durante el invierno, la bicicleta de Inés Temperina pilló un resfriado tremendo y cada vez que estornudaba viajaba, junto a la niña, a un lugar diferente.
Una vez por ejemplo, después de que la bicicleta estornudara fortísimo, tanto la niña como la bici aterrizaron de golpe y sopetón, nada más y nada menos que en Kiev.
Otra vez, mientras paseaban por el campo, la bicicleta de repente estornudó y, tanto Inés Temperina como su bici, aparecieron como por arte de magia en la Plaza de San Pedro en Roma.
Y así todas las tardes después del cole.
- ¡Achís!
Y aparecían en París.
- ¡Achís!
Y aterrizaban mágicamente en Nueva York.
Hasta que un día, la pequeña Inés Temperina se apiadó de su bici y le regaló una coqueta y mullida bufanda a cuadros.
Ese día se acabaron los viajes mágicos en bici.
O tal vez no.
Marcelo Morante
14/III/2023
Ilustración de Adriana Ruiz Gil
(Binomio fantástico: Bicicleta-bufanda)
Comentarios
Publicar un comentario