Un día, Inés Temperina se puso a perseguir una nube con forma de gato.
Y así, persigue que te persigue, sin darse ni cuenta, llegó al lejano lejanísimo País de los Zapatos.
En el País de los Zapatos había un elegante barrio en el centro, donde vivían las familias más nobles y acomodadas. Allí abundaban los más preciosos zapatos de piel y los escaparates más elegantes repletos de calzados de las más prestigiosas marcas.
Conforme se iba alejando del centro, Inés Temperina comprobó que los zapatos eran cada vez más humildes y menos sofisticados. Ya no veía zapatos de tacón, ni de brillante charol.
En las zonas de los colegios, por ejemplo, abundaban las zapatillas de deporte y cerca de la comisaría de policía vio muchas botas militares.
Cuando llegó a la perifería se encontró con muchísimos pies desnudos que tiritaban de frío y estaban muy sucíos, así que, decidió construir una máquina para fabricar zapatos gratis y regalarlos a todos los habitantes de aquella zona tan pobre.
"Ningún pie descalzo" fue su lema y con la ayuda de todos los habitantes de aquel barrio muy pronto consiguió su objetivo, porque todos sabemos que cuando una niña se pone a imaginar nadie la puede detener.
Así que, buscó otra nube y, sin volver la vista atrás, se puso a perseguirla.
Marcelo Morante
12/III/2023
(Binomio fantástico: Zapatos-máquina)
Comentarios
Publicar un comentario