“Y todo por no incluir a la zanahoria en la lista de
tubérculos más conocidos” le explicó muy serio el maestro Puntino. “Si sólo te
hubieras acordado de incluir a la zanahoria en tu respuesta, la calificación sería
de un Aprobado con 5 puntos”.
Y aunque la pequeña Margherita Senzatetto reconoció inmediatamente su error, no pudo dejar de pensar que el maestro Puntino había sido quizás un poco quisquilloso. Y también un poco injusto.
Aunque era cierto que había olvidado citar a la zanahoria, no había
olvidado incluir a la patata y al boniato en su lista de tubérculos. Además, y sin que esto sirviera de excusa, Margherita Senzatetto nunca había soportado el sabor de las zanahorias.
Cuando el Ministro de los Niños en funciones ese día, el
Conejo de Pascua, se enteró de lo sucedido con la calificación de la pequeña Margherita
Senzatetto pensó que el maestro Puntino había demostrado, una vez más, una
carencia enorme de vocación. ¡Y eso que al Conejo de Pascua sí que le
encantaban las zanahorias!
Y yo, que sólo soy un humilde maestro y no pinto nada, pienso que el maestro Puntino mostró
una gran carencia de humanidad. Y eso sí que es grave.
Desde entonces el maestro Puntino, en secreto, fue conocido
por sus alumnos como el maestro "Zanahorio".
Nunca un apodo fue tan acertado.
Marcelo Morante
9/VI/2021
Comentarios
Publicar un comentario