La mosca Narcisa se levantaba muy temprano todas las mañanas para poder comenzar a acicalarse lo antes posible. Escrupulosamente y con mucha paciencia lavaba sus patas, sacaba brillo a sus antenas y dejaba relucientes sus alas porque a la mosca Narcisa le gustaba ir siempre elegante y aseada. Por eso Narcisa no podía entender cómo las otras moscas disfrutaban revoloteando sobre cosas asquerosas y posándose sobre los desperdicios más repulsivos. El resto de moscas criticaban ferozmente a la mosca Narcisa y le dedicaban comentarios muy crueles: - "Mírala, se creerá superior a nosotras..." decía una ellas. - "Siempre tan limpita y reluciente... Parece que se avergüence de ser una mosca" añadía otra mosca enfadada. - "Mosca nació y mosca morirá..." sentenciaba orgullosa una mosca anciana. Pero a la mosca Narcisa no le afectaban las críticas y no cejaba en su empeño de aparecer siempre bien arreglada y aseada. Un día, por casualidad, la mosca Narcisa descubr...