La otra noche se acercó hasta mi ventana una estrella y, cuando estuvo segura de que nadie nos escuchaba, me contó un secreto.
Los secretos, ya se sabe, casi siempre se cuentan con la secreta intención de que sean de nuevo contados, una y otra vez. Así que, ahora que no me oye la estrella, os voy a contar su secreto...
"Érase una vez un pequeño gran soñador llamado Hugo.
Hugo, además de ser aficionado a los trenes de juguete y un famoso coleccionista de caracoles, había ideado un método infalible para descubrir uno de los secretos más profundos del cosmos.
Desde hacía varias noches, poniéndose de puntillas sobre su cuna, se asomaba a la ventana de su cuarto y colocando cuidadosamente sus pequeñas manos a modo de catalejo sobre el ojo derecho era capaz de localizar a su abuela Carmen en mitad del cielo. Con una precisión absoluta y sin margen de error.
"La tercera estrella a la izquierda de la luna, empezando a contar desde la nube con forma de algodón de azúcar. ¡Esa estrella que brilla más fuerte que las demás, ésa es la abuela, mami! La he encontrado con mi catalejo…" repetía una y otra vez Hugo medio adormentado.
"Pero tú, mami, nunca te vayas de mi lado" añadía el niño soñador mientras, agarrado a la mano de su madre, soñaba con deliciosas nubes de algodón de azúcar".
Y juro por Inés Temperina que así fue como me lo contó confidencialmente la estrella, y así os lo he contado yo a vosotros.
Recordad que es un secreto. Así que, si os ha gustado, podéis contarlo a todo aquél que sepa escucharlo.
Y dulces sueños...
Marcelo Morante
1/VI/2022
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