Cuando el maestro Puntino leyó el examen de Pierino Bicicletta sufrió un ataque de rabia de sección especial con doble ración de humo de orejas.
Pierino Bicicletta había respondido, sin pensar demasiado, con "baca" a una definición que decía: "Mamífero rumiante bóvido de cuerpo robusto, cabeza gruesa provista de dos cuernos curvos y puntiagudos; de ella se aprovecha la leche, la carne y la piel".
"Baca" con una enorme "b" que hacía daño a la vista con sólo mirarla.
El maestro Puntino ya se disponía a tachar con su implacable bolígrafo rojo la respuesta de Pierino y a puntuar su examen con un severo insuficiente en ortografía cuando, cosa extraña en él, se paró unos segundos a reflexionar sobre lo que el niño podría haber querido decir con aquella "baca" y decidió que también para él, que había dejado de ser niño mucho tiempo atrás, había llegado el momento de volver a utilizar la imaginación.
Así que el maestro Puntino pensó que sería una idea estupenda que todos pudiésemos tener "bacas" que fueran capaces de subirse a los techos de los coches y nos dieran leche fresca con doble ración de cacao mientras nos sujetaban las maletas de camino a nuestras merecidas "bacaciones" de verano.
Y el maestro Puntino, sonriendo, cosa también extraña en él, olvidó por un día lo que decía el manual del maestro severo y decidió tomarse la tarde libre.
Marcelo Morante
25/VI/2022
Comentarios
Publicar un comentario