En pleno centro de Roma existe una de las plazas más bonitas del mundo: la famosísima piazza Navona.
Durante las fiestas navideñas, todos los años en piazza Navona se instala una feria preciosa formada por un montón de puestecitos donde se venden piezas de artesanía y productos típicos de las fiestas de Navidad.
Hace muchos muchos años, el pequeño Giorgio fue a la feria de Navidad de piazza Navona acompañado por su abuelo y cuando terminaron de dar una vuelta completa por todos los puestos de Navidad, el abuelo, como todos los abuelos del mundo, preguntó a su nieto:
- Giorgio, ¿qué quieres que te compre el abuelo?
Y el niño, como todos los niños del mundo, abrumado y nervioso ante la inmensidad de la pregunta, se puso a pensar y a mirar a su alrededor. Tras unos segundos que parecieron interminables, señaló un punto exacto de la plaza y muy serio dijo:
- Quiero eso, abuelo.
Y el abuelo, intentando adivinar el lugar exacto al que señalaba su nieto, trató de descubrir el deseo de Giorgio:
- ¿Un pastor para el Belén?
- No…
- ¿Una bola para el árbol de Navidad?
- No…
- ¿Una casita de madera?
- No…
- Mira Giorgio, yo no sé dónde señalas y no entiendo lo que quieres…
Y Giorgio, cogiendo al abuelo de la mano, le mostró lo que quería llevarse a casa.
- Pero, eso no es posible, Giorgio… - respondió muy serio el abuelo – Si nos la llevamos a casa, dejaremos al resto de niños sin poder contemplar su belleza. Además, las cosas más bonitas del mundo son de todos, no pertenecen a una única persona. Piensa en el cielo o en los libros de la biblioteca.
Y Giorgio, a regañadientes, aceptó no llevarse a casa la “Fuente de los cuatro ríos” diseñada por Bernini que todavía hoy adorna el centro de piazza Navona, y se conformó con una figurita que representaba a un pequeño tamborilero.
Un pequeño tamborilero que dicen que una vez fue capaz de detener él solito una guerra, pero eso te lo cuento en otro cuento…
Marcelo Morante
22/XII/2023
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