Un día, el caracol Filippo pensó en qué trabajo le gustaría hacer cuando fuera mayor.
A todos nos ha pasado que, en un punto determinado de nuestra vida, nos planteamos esta pregunta . Y, aunque era cierto que el caracol Filippo todavía era muy joven, pensó que era un buen momento para pensar en su futuro.
Así que, pensó que le gustaría ser un piloto de coches de carreras. Lo había en televisión y le parecía un oficio muy divertido. Pero enseguida desestimó la idea, ya que se dio cuenta de que no tenía carnet de conducir y de que no existían autoescuelas para caracoles.
¡Lástima!
Así que siguió pensando. Y pensando pensando pensó que le gustaría ser saltador de altura y participar en unas olimpiadas. Pero al rato se dio cuenta de que no sabía saltar y de que no conocía a ningún caracol capaz de hacerlo.
¡Lástima!
Después pensó que le gustaría ser carpintero y construir un montón de muebles bonitos. El caracol Filippo tenía muy buen gusto y era muy cuidadoso con los detalles, pero al rato pensó que el martillo era muy pesado y podría lastimarse su delicada concha. Además, se dio cuenta de que no tenía brazos. Así que descartó también la idea de ser carpintero.
¡Lástima!
Y uno tras otro fue desestimando todos los oficios del mundo habidos y por haber: submarinista, bombero, trompetista, domador de leones, escritor de horóscopos en un periódico... Porque a todos les encontraba alguna pega.
"Demasiado peligroso", "demasiado difícil", "demasiadas horas"...
Y yo creo que, si realmente hubiera deseado hacer uno solo de esos trabajos, lo podría haber conseguido. Eso sí, con mucho esfuerzo. Solamente necesitaba desearlo realmente.
¡Lástima!
(Binomio fantástico: Caracol-martillo)
Marcelo Morante
29/X/2023
Comentarios
Publicar un comentario