Una tarde de lluvia el pequeño Rodolfo Buonsenso dibujó un perro con su lápiz.
Y con tanto cariño lo dibujó que, cuando llegó la hora de dormir, el perro mágicamente escapó de la hoja de papel y pasó toda la noche jugando junto al niño.
Otra tarde, Rodolfo Buonsenso dibujó una preciosa bicicleta con su lápiz y por la noche, cuando se quedó dormido, la bicicleta se le apareció mágicamente en la puerta de su habitación y juntos se fueron a pasear recorriendo el mundo. ¡Él que nunca había montado en bici!
Y otra tarde dibujó un hermoso balón de fútbol.
Y otra tarde unos patines.
Y otra tarde hizo un dibujo precioso de la playa.
Y soñó que jugaba al fútbol y ganaba un mundial.
Y soñó que patinaba sobre hielo y hacía mil piruetas como un famoso patinador que había visto en la tele.
Y se bañó por primera vez en el mar...
Alguien podría creer que el lápiz era mágico, pero no. Os lo puedo asegurar.
El mágico era Rodolfo Buonsenso.
Marcelo Morante
9/IV/2023
Binomio fantástico (lápiz-perro)
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