Cuando estaban bien seguros de que nadie les veía, el legendario cowboy Billy el Niño y el gran jefe de los sioux Toro Sentado jugaban a hacer la paz.
Amparados por el silencio y la oscuridad de la habitación del mítico sheriff Hugo, los dos poderosos guerreros, tras una agotadora jornada asaltando caravanas y combatiendo ferozmente entre ellos, sólo tenían ganas de fumar la pipa de la paz y fundirse en un tierno abrazo de buenos amigos.
Normal. Estaban aburridos de hacer la guerra.
¡Lástima que sólo se atreviesen a hacer las paces cuando nadie les podía ver!
Marcelo Morante
29/IX/2022
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