"A mis amigos del IES Torrevigía,
faro y esperanza para las más valiosas semillas"
El otro día, mirando distraídamente desde mi ventana, vi algo muy hermoso. Tan hermoso, tan hermoso que me hizo llorar de la emoción. Es verdad que yo soy un poco llorón y me emociono fácilmente, pero si tenéis un momento os cuento lo que me sucedió…
Desde mi ventana vi cómo una diminuta flor se había hecho
camino entre las tejas de la casa de enfrente y pensé en cuántos pequeños
milagros se habían producido para que esa minúscula flor naciera justo delante
de mi ventana… Pensé que seguramente, con el paso de los años, el viento
pacientemente había depositado en el hueco que quedaba entre las dos tejas una
pequeñísima cantidad de tierra y que después un pájaro, o de nuevo el viento,
habían transportado hasta ese hueco inhóspito una semilla con enormes ganas de
crecer y brillar. Finalmente, el agua de lluvia, milagrosa, hizo germinar la
simiente y el cálido sol, amoroso, cuidó de ella y la hizo crecer.
Milagro tras milagro, casualidad tras casualidad, trabajo
tras trabajo dieron lugar a la flor más hermosa del mundo. O al menos a mí me
pareció así. Quizá efímera, pero hermosa.
El ejemplo de la valiente flor me hizo pensar en la escuela
y en los maestros. Y en todos aquellos niños que, quizá por descuido de la
despistada cigüeña que viene de París, son abandonados en lugares áridos sin
posibilidad de crecer y florecer.
¡Que sea la escuela la ayuda a estas valiosas semillas!
¡Que sean los maestros y las maestras la tierra, el sol y el
agua que ayuden a crecer a las flores más hermosas del mundo!
Marcelo Morante
16/V/2021
Bravo maestro !! Este es una de tus narraciones que más me ha gustado. Una pequeña perla entre tantas preocupaciones.
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