Ir al contenido principal

EL METEORITO MÁGICO


A mi amigo Álvaro 


El otro día un alumno me regaló una piedra.

Muy serio me contó que había visto la piedra a la salida del colegio y que inmediatamente había pensado en mí. Y que por eso la había cogido.

Entregándomela me dijo que probablemente fuera una piedra de origen visigodo o romano, aunque no lo tenía nada claro porque él quiere ser neurocirujano y no entiende mucho de arqueología. Después, añadió que pudiera ser, que a lo mejor, se tratase de un meteorito que había atravesado toda la galaxia para terminar finalmente en mis manos.

Yo, también muy serio, le dije que todas sus hipótesis eran muy probables, aunque yo tampoco entendía mucho de arqueología ni de galaxias. Aun así, añadí que había estado varias veces en Roma y allí había visto muchas piedras muy parecidas a la suya.

El niño, que ensimismado seguía a lo suyo, me dijo que si en realidad la piedra era un meteorito probablemente tendría poderes mágicos.

Y yo, en ese momento le creí a pies juntillas. 

De hecho cada vez que miro la piedra que me regaló mi alumno automáticamente se me dibuja en el rostro una sonrisa que me llega de oreja a oreja. 

Si eso no es magia...


Marcelo Morante

27/III/2021



Foto del auténtico meteorito mágico


Comentarios

Entradas populares de este blog

EL PAÍS EN BLANCO Y NEGRO

Este cuento nace a partir de un dibujo de Loles. Y esto es un hecho insólito porque normalmente sucede al contrario, primero escribo el cuento y después Loles hace el dibujo. Cuando vi la ilustración quedé fascinado por su belleza y decidí escribir una historia a partir de ella. Es más, el dibujo era tan bonito que me inspiró tres historias, o al menos un cuento con tres finales diferentes. Ahora te toca a ti, querido lector, elegir el final que más te guste. Yo tengo un final preferido, por supuesto, pero para no influenciar en tu decisión, lo mantendré en secreto. Ahí va el cuento con los tres finales. En el lejano lejanísimo Reino en Blanco y Negro sólo existían dos colores, precisamente el blanco y el negro. Las personas de este reino, a la fuerza, sólo conocían estos dos colores y sus vidas trascurrían felices como si fueran personajes de una película antigua. Sólo existía el blanco y el negro. Nada más. Las casa eran en blanco y negro, los árboles eran en blanco y negro, ¡hasta e...

MO EL PINTOR

  Al pequeño Mo siempre le había gustado dibujar. Y dibujaba muy bien. Desde hacía un tiempo Mo pintaba sin descanso, como si no tuviera nada más importante que hacer. Es más, como si pintar fuera lo único que pudiera mantener ocupada su mente. Pintaba sin descanso paisajes hermosos y ciudades plenas de vida con personas sonrientes que jugaban y se abrazaban. Cuando llenó de dibujos la única pared que quedaba de la casa, se sentó a admirar su obra sonriendo por primera vez en muchos días. Contemplaba la esperanza, mientras fuera continuaba la guerra. Marcelo Morante 10/III/2025

LAS GALLINAS

Mi abuela vivía en una enorme casa en mitad de la huerta.  Todos los días se ocupaba de las tareas de la casa, que eran muchísimas y muy duras, de hacer la comida para toda la familia y dar de comer a las gallinas. Todos los días iguales. Las gallinas, por su parte, vivían felices en el gallinero que estaba debajo de la morera que, todavía hoy, generosa, da sombra a todos los que se detienen bajo sus ramas.  Durante el día mi abuela soltaba las gallinas para que picotearan libremente por los bancales cercanos a la casa y cuando el sol comenzaba a bajar, las gallinas se dirigían obedientes al gallinero y, ellas solas, entraban en su jaula, esperando a que mi abuela les llevara la cena a base de pienso. Un día de verano mientras que mi abuela barría la puerta de la casa y yo estaba leyendo bajo la sombra de la morera le pregunté. - Abuela, ¿no te da miedo de que las gallinas se escapen un día y que no vuelvan al gallinero?  - Aquí tienen techo y comida asegurada todos los d...