Un día, sin previo aviso y sin un motivo aparente, desaparecieron del mundo todas las guerras, todos los lunes, todos los exámenes difíciles y también el hambre. Y curiosamente también desaparecieron sin dejar ni rastro los brócolis y las endivias.
La culpable de esta hazaña memorable fue la inocente Inés Temperina que con su goma de borrar canceló de su cuaderno todas las palabras del mundo que a ella le parecían horribles.
La pequeña niña quería borrar también la bronquitis, porque cuando tenía cinco años estuvo ingresada en el hospital por culpa de esta horrible enfermedad, y también quería borrar de un plumazo las envidias, puesto que no soportaba a las personas envidiosas.
Sin embargo, distraída como era, se confundió al escribir las palabras y en vez de vez bronquitis escribió brócolis y en el lugar de envidias escribió endivias.
Hay que perdonarla...
Y a mí que me perdonen también los amantes de los brócolis y las endivias, que alguno habrá, pero me parece que el mundo que proponía Inés Temperina era mucho mejor que el que tenemos ahora mismo.
Marcelo Morante
2/IV/2021
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